sábado, 6 de febrero de 2010

botín y dolor

Las revelaciones  aparecen sin avisar. Se van forjando en el sótano de mi memoria y de pronto se lanzan a interrumpir en lo que estaba pensando. Me quité unas botas que llevaba usando desde hace un tiempo, desde la última vez que alguien fue amable conmigo y me regaló una ducha caliente y un nuevo calzado acorde con la temperatura invernal. Un pie me dolía más que el otro. Muchísimo más. Me retiré también los calcetines: un clavo del tamaño de mi dedo meñique clavado en mi talón duro y seco. Apenas había sangre. Me pregunto si es porque no me queda. Seguro que estaba infectado. Hay gente que te hace daño sin querer. Esos no los odio. Odio a quien hace daño, queriendo o no, y le es indeferente. La infección debió causarme las fiebres... o puede que no. Días y días, meses y... ¿años? he caminado descalzo y no me ocurrió nada de tobillos para abajo. Pero la vida es una madeja de sucesos fortuitos, me esconda dentro de una pecera o no. ¿Esta filosofía barata es propia de mi o me la causa también la infección? Y si el clavo es un sueño producto de mi mente enferma, y el dolor es causado simplemente porque el calzado no es de mi talla? No sé que hacer, porque mis recuerdos aumentan, pero no sé si vivo en mi subconsciente o el universo real es como una pesadilla... El estómago también me duele. ¿Hace cuanto que no como?

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