miércoles, 14 de abril de 2010

dragón del váter

No soy el único que se esconde del mundo. De lo más profundo y de forma totalmente inesperada vino a mi un ser de mi mundo interior. Pegué un grito nada más levantar la tapa. Sueño, alucinación o indescriptible fantasía mutada en realidad me susurró un silencio-no-me-delates. Nadie entraba aquí desde hace meses. Nacida de las pelusas del rincón de un cuarto de juegos, se había escapado de su jaula para recolectar ideas y palabras. Al encontrar cerrada la puerta principal, probó suerte por los conductos secundarios, pero fracasó. Los dragones nacidos de la pelusa no se llevan bien con el agua. Esta casa está abandonada, ven conmigo y te enseñaré la salida. Pero, ¿no te da miedo ir ahí afuera? No, quiero ver, conocer, saber, inventar... me crié viendo amontonados cubos con letras en sus caras... Pronto quise formar palabras, frases... pero en seguida se me quedaron cortas... Es tan triste ver letras solitas y quietas desperdigadas sin saber que hacer, abandonadas... Te entiendo dragón, pero sal de ahí y déjame que te seque. Te entiendo, ahí fuera... ahí fuera podría contarte algo parecido... La gente sólo mira al suelo, apenas ve lo que va dejando atrás y a los lados. Juguetes, muebles, prendas, alimentos, almas, historias, vidas, y por supuesto, palabras. Todo olvidado, todo abandonado. Yo mismo.  Sin ánimo de curiosear, de imaginar, de reutilizar. Consumiendo, sin saborear, sin parar, devorando tragando y defecando dejando un rastro de sinsentidos. Perdona, señor-extraño-con-pecera-en-la-cabeza, no te entiendo del todo. No importa, dragón. Yo también surgí de los restos en una habitación olvidada. Ven conmigo.