sábado, 22 de agosto de 2009

concha colorida

En vez de una pecera turbia una vez mi casa fue un océano de colores infinito. Pero un día la marea me arrastró hasta el desierto. Mi casa era una concha colorida abierta a los que la existencia de el rojo y el violeta, pasando por el amarillo, les parecían motivos suficientes para sonreir. Me sentía tan vivo como antes, aún más si cabe ante el reto de compartir mis ilusiones. Pronto, el destino me juntó con un compañero que pensaba como yo. No ceríamos que acabaríamos con el desiesto, pero sí que convertiríamos nuestra casa en un oasis cada vez más y más grande, y más fuerte.

No hay comentarios:

Publicar un comentario